A Manolo Vera, un hombre bueno de tierra adentro,
que vivió a orillas de la mar y nos dejó un frío día de enero manchego.
Foto Mari Luz Muñoz |
¿Qué hace a orillas de la mar
un hombre de tierra adentro?
Escuchar a cielo abierto
una caracola marina,
que encierra una sinfonía
que embruja, y quita el aliento;
sonido sabor a viento,
a brea y a son de sal.
¿Qué hace a orillas de la mar
un hombre de tierra adentro?
Meditar a cielo abierto
contemplando el firmamento,
deslumbrado por el sol,
que reverbera en el mar.
¿No se aturde su mirada
con tanto azul en el cielo
y azul y verde de mar,
en contraste con el ocre
y verde monte de su Castilla natal;
y del Llano, que amarillea en verano,
cuando la mies ya madura
se siega, trilla, se lleva al granero;
del granero a la molienda al molino,
harina que se convierte en el pan?
O, tal vez, dormitar
bajo protectora sombrilla,
soñando junto a la orilla
que escucha en la caracola
la sinfonía del mar,
sintiendo la dulce brisa
que relaja su semblante.
¿Qué hace a orillas de la mar
un hombre de tierra adentro?
Saborear sensaciones
de sol, aire, sal y mar,
sintiendo sobre su rostro
la dulce brisa marina.
El mar ya no huele a brea;
el mar ya no es el de antaño…
El mar se viste de luto
y llora desconsolado.
¡Escucha la caracola!
¿Oyes el llanto del mar?
Santiago de la Ribera/San Javier, julio 18.
Santiago de la Ribera/San Javier, julio 18.
Modificado en Cieza, enero de 2019.
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