EL RINCON DE REPARAR
( O RECAPACITAR…; O
RECAPACITAR Y REPARAR… TIEMPO FUERA)
¿El Rincón de
pensar?¿Castigar a pensar…?¿No se puede pensar más que en ese rincón?¿Y en el
resto del aula?...¿Y en la escuela?...¿Y en mi casa o en la calle…?¡Qué
barbaridad!
El pensar no
tiene que ser un castigo, pues es la actividad que más nos humaniza, y las
palabras no suelen ser neutrales, tienen un significado y un correlato con la
realidad y con las intenciones, conscientes o no, y si asocio la palabra pensar
con el hecho castigo,…pues eso, ¡mal asunto!. Por ello propongo cambiar el
nombre de “rincón de pensar” por el de
Rincón de Reparar, salvo que alguien sugiera otro y yo lo pensaré y lo adoptaré
si me convence más que el que yo presento. Es cierto que antes de reparar hay que pensar, meditar, sobre lo que se ha
hecho y hay que encontrar una, varias,… o ninguna respuesta, acertada(s) o
errónea(s), pero mía(s). Es cierto que para esto se necesita un entrenamiento,
y esa es misión de la escuela. Hay que enseñar (¿?) a pensar a todos, sin
límite de edad o condición; hay que enseñar a desarrollar pensamiento propio,
crítico, condición sin la cual no existe el pensamiento en sí. Empiezo a
divagar: vuelvo al redil.
La
mejor manera de solucionar los conflictos adecuadamente no es evitarlos, sino
aprender a resolverlos por medios pacíficos, el dialogo, fundamentalmente, y
empleando lo que hoy en día se ha dado en llamar inteligencia emocional, o
social, que no es algo con lo que se nazca, sino que se aprende, evidentemente..
Propuestas de funcionamiento
del RINCÓN DE REPARAR.
Nunca
se debe hacer ver que es un castigo previo
(el castigo,- corrección y reparación-) debe ser asumido a continuación de la reflexión
y el diálogo, o debate, posterior).
Se debe dejar un tiempo para que
el alumno o alumnos vuelvan a la calma (contemplar la posibilidad de recurrir a
música relajante o algún otro procedimiento (mándalas, dibujar el conflicto,…).
Otra
posibilidad es hacer que el alumno escriba, antes o después de la vuelta a la
calma, (a valorar por el maestro) en
forma de carta, poema, cuento,…. Escrito, que si él lo autoriza, puede ser
leído en el momento que el maestro considere oportuno y ser motivo de debate en
clase. Otro tanto puede hacerse con el alumno ofendido o maltratado, para que
manifiesta cómo se siente (otro tanto debería de expresar el presunto ofensor)
y confrontar los escritos, para también debatirlo con la intervención,
evidentemente, del maestro[1], los protagonistas y el
resto de la clase.
La
reflexión debería estar guiada por preguntas como ¿He hecho algo malo?¿Qué he
hecho mal? Si llega a la conclusión de que ha hecho mal debería preguntarse
a continuación ¿tengo que pedir disculpas? ¿Qué debo hacer la próxima vez?¿Cómo
puedo reparar el daño hecho?...
[1]
El maestro se puede “sentir” incapaz de asumir la tarea de juzgar; hay que
hacerle ver que ese no es su trabajo, sino que es el de conducir el diálogo, y
que su experiencia en el trato de los niños y su sensibilidad, lo capacitan
mucho más de lo que él puede creer.