jueves, 17 de noviembre de 2016

Maestro centenario que fue niño y feliz.

El Viejo Maestro



El viejo Maestro sentado impasible, - la tensión va por dentro -, en su antiguo sofá, desgrana, como cuentas de rosario, las palabras de su discurso que evoca antiguos recuerdos de infancia del niño que fue.
         Imperturbable, en su lenta y segura letanía, moviendo la mano derecha al compás, dedo pulgar junto al índice en círculo,  recita: “Tuve una infancia feliz”; lo expone sin aspavientos, monótono y seguro, como si leyera  palabras grabadas a fuego en su mente,- la pasión va por dentro- o en un remoto lugar, y desde el otero de sus ciento y más años contempla al niño que fue y musita muy quedo: ”Fui un niño feliz; mi infancia fue muy dichosa”, repite seguro en tono descendente y nostálgico, con añoranza y sin sombra alguna de amargura, y es que el que fue feliz de niño, conserva siempre restos, al menos, de esa felicidad lejana... “En mi casa nunca falto lo esencial”, añade.
         Evoca su casa, la antigua taberna, la mejor de su pueblo, nos dice orgulloso; y su madre coraje, que la regentó, por ausencias del padre, viuda a los cuarenta y dos, huérfano él a los diez. Su padre, comerciante y acarreador de vino; el carro grande, el burro y las mulas, los largos y lentos viajes, los malos caminos… todo descrito con precisión notarial. Legítimo orgullo de hijo y hermano que fue de otros cuatro más de su padre y de su madre.
         Ya no queda nadie que sus recuerdos de niño le avale, pero no importa: está él con su memoria imborrable del niño que fue.
         La vista  agotada de tanto que vio. A veces cansado, nunca derrotado, prosigue y desgrana palabra a palabra, sin interrupción, su historia sin punto final, si acaso, y aparte, o suspensivos, que indican que sigue…

FELIZ CUMPLEAÑOS, MAESTRO. Sigue cumpliendo años para felicidad y deleite de tu familia y amigos, entre los que siempre podrás contar a Juanjo y a mi, para siempre. 

viernes, 1 de abril de 2016

MI PROPIO JARDÍN





 En diciembre del pasado año, cumplí sesenta y siete; ya va siendo hora de que, como le hace decir Eva Figes  al pintor en su estupenda novela La luz y Monet en Giverny, “Me hago viejo. Ha llegado la hora de concentrarme en mi propio jardín”., me aplico el cuento






Y sí: ya es hora de que me ocupe de mi equipaje y deje de llevar las maletas que me sean ajenas  e ingratas. Ya va siendo  hora de ocuparme de mí, de mi propio jardín.
Sí, ya va siendo hora de que me dedique, con preferencia,  a mí  y a mi gente, amplio círculo donde los haya…¡Queda tanto libro por leer, y otro tanto por releer! ¡Tanto por conocer, aplicar lo aprendido, viajar y, en definitiva, vivir – todo es lo mismo- más relajado.


Ahora, es  Delibes el que pone en boca de Eloy, un recién jubilado de setenta años, la frase “…a mi (ya) me ha salido la hoja roja en el librillo del papel de fumar… - Quedan cinco hojas”, como queriendo decir que él tiene más historia que porvenir. Los librillos de papel de fumar empleado para liar el tabaco en cigarrillos, avisaban con una hoja roja cuando quedaba menos papel (cinco hojas) que el consumido. Hay que aprovechar el poco, suficiente o insuficiente, tiempo que queda (en el caso del viejo Eloy cinco hojas)
            Y volviendo al propio jardín, Cándido (en Cándido, o el Optimismo.- Voltaire) exclama al final: “…Il faut cultiver notre jardín”.  Pues eso: cada uno debe cultivar el propio, sin que esto signifique un canto al egoísmo; nada más lejos de mi intención ni de mis propósitos, pero sí de empezar a practicar lo de que la caridad bien entendida empieza por uno mismo, que no significa  que no pueda terminar en los demás. Además, uno no puede dar lo que no tiene, sea esto dinero o felicidad; bienes materiales o espirituales.

Siempre he dicho a mis hijos que hay que ser generosos, pero desde la fortaleza (espero que lo recuerden). En esta última frase, tal vez, alguien ajeno a mí no encuentre la relación con lo dicho más arriba, pero lo empleo a modo de corolario, sin que la relación sea clara e inmediata. Pero haberla, la hay…