viernes, 1 de abril de 2016

MI PROPIO JARDÍN





 En diciembre del pasado año, cumplí sesenta y siete; ya va siendo hora de que, como le hace decir Eva Figes  al pintor en su estupenda novela La luz y Monet en Giverny, “Me hago viejo. Ha llegado la hora de concentrarme en mi propio jardín”., me aplico el cuento






Y sí: ya es hora de que me ocupe de mi equipaje y deje de llevar las maletas que me sean ajenas  e ingratas. Ya va siendo  hora de ocuparme de mí, de mi propio jardín.
Sí, ya va siendo hora de que me dedique, con preferencia,  a mí  y a mi gente, amplio círculo donde los haya…¡Queda tanto libro por leer, y otro tanto por releer! ¡Tanto por conocer, aplicar lo aprendido, viajar y, en definitiva, vivir – todo es lo mismo- más relajado.


Ahora, es  Delibes el que pone en boca de Eloy, un recién jubilado de setenta años, la frase “…a mi (ya) me ha salido la hoja roja en el librillo del papel de fumar… - Quedan cinco hojas”, como queriendo decir que él tiene más historia que porvenir. Los librillos de papel de fumar empleado para liar el tabaco en cigarrillos, avisaban con una hoja roja cuando quedaba menos papel (cinco hojas) que el consumido. Hay que aprovechar el poco, suficiente o insuficiente, tiempo que queda (en el caso del viejo Eloy cinco hojas)
            Y volviendo al propio jardín, Cándido (en Cándido, o el Optimismo.- Voltaire) exclama al final: “…Il faut cultiver notre jardín”.  Pues eso: cada uno debe cultivar el propio, sin que esto signifique un canto al egoísmo; nada más lejos de mi intención ni de mis propósitos, pero sí de empezar a practicar lo de que la caridad bien entendida empieza por uno mismo, que no significa  que no pueda terminar en los demás. Además, uno no puede dar lo que no tiene, sea esto dinero o felicidad; bienes materiales o espirituales.

Siempre he dicho a mis hijos que hay que ser generosos, pero desde la fortaleza (espero que lo recuerden). En esta última frase, tal vez, alguien ajeno a mí no encuentre la relación con lo dicho más arriba, pero lo empleo a modo de corolario, sin que la relación sea clara e inmediata. Pero haberla, la hay…