martes, 29 de mayo de 2012

Violencia en escolares y empatía.

Si desconoces los motivos de las conductas violentas, la raíz de las mismas, no puedes actuar contra ellas de manera inteligente para cambiarlas o, al menos, paliarlas, amortiguarlas, aunque el objetivo inexcusable debe ser siempre el cambio o control.
Sin empatía con el escolar violento hay poco que hacer, salvo la represión pura y dura, que generará reacción, violenta la mayor parte de las veces, en los violentos o aceptación sumisa y humillante en los  no violentos,  si la consideran injusta.
Hay, pues, que hacer un esfuerzo para empatizar con el escolar violento, aunque nos repugnen sus acciones. Empatizar no significa en absoluto consentir, ni mirar para otro lado; no significa en absoluto justificación o "comprensión" del hecho violento o de su autor. Hay que empatizar (ponerse en lugar del otro) para conocer, pues sin conocimiento no puede haber solución, que nunca puede ser exculpatoria del hecho violento o de su autor.
Por otra parte, y aunque la expresión pueda parecer que no es de este mundo, también hay que amar al alumno violento, pues decía Ashley Montagu, en su obra La agresión humana (1996) que "la única forma de aprender a amar es siendo amado. La única forma, o una de las formas, de aprender a odiar es siendo odiado. Esto ni es fantasía ni teoría, simplemente es un hecho comprobable".

martes, 22 de mayo de 2012

De silencios, resignación, mayorías, corderos, zorras y gallineros.

       Leo en la Red que 2.200.000 niños viven bajo el umbral de la pobreza en España y que se han convertido en el colectivo más afectado por la crisis en este país (había escrito “nuestro país” pero como en realidad no sé de quién es, porque ignoro quién va a ejecutar la hipoteca, opto por poner “este”).
Lo doloroso, muy doloroso,  del caso, es que detrás de la mera estadística, detrás de cada cantidad hay un número igual de rostros (cada uno de los cuales corresponde a una persona, con iguales y universales derechos a todos), que si los visualizáramos  deberían generar  la suficiente empatía para hacernos  reaccionar, y si no, es que no existe humanidad en el mundo. Detrás de cada número, hay también una cantidad igual de estómagos que alimentar, cuerpos que cuidar, sanar, cuando enferman, y vestir, mentes que formar..., y cada vez menos recursos para dedicar a estas tareas y a erradicar las lacras que las políticas neoliberales están reimplantando en el mundo...; y el mundo callado, resignado, en silencio, ¿el silencio de los corderos?
Luego vamos a votar  y castigamos al malo, para premiar al peor. Somos, de promedio, así de listos (o más).
Cuando el Mayo del 68, creo que fue De Gaulle el que empleo y popularizó la expresión de las “mayorías silenciosas”, esas mismas que entonces le dieron a él el poder en Francia, a pesar de las protestas callejeras y el ambiente prerevolucionario y, de alguna manera, festivo  que invadió París y muchas ciudades francesa y europeas (España era diferente por mandato del Ministerio de Información y Turismo). Esas mismas mayorías “silenciosas” que en España recientemente han puesto a la zorra hambrienta a cuidar del gallinero.