Leo en la Red que 2.200.000 niños viven bajo el umbral de la pobreza en España y que se han convertido en el colectivo más afectado por la crisis en este país (había escrito “nuestro país” pero como en realidad no sé de quién es, porque ignoro quién va a ejecutar la hipoteca, opto por poner “este”).
Lo doloroso, muy doloroso, del caso, es que detrás de la mera estadística, detrás de cada cantidad hay un número igual de rostros (cada uno de los cuales corresponde a una persona, con iguales y universales derechos a todos), que si los visualizáramos deberían generar la suficiente empatía para hacernos reaccionar, y si no, es que no existe humanidad en el mundo. Detrás de cada número, hay también una cantidad igual de estómagos que alimentar, cuerpos que cuidar, sanar, cuando enferman, y vestir, mentes que formar..., y cada vez menos recursos para dedicar a estas tareas y a erradicar las lacras que las políticas neoliberales están reimplantando en el mundo...; y el mundo callado, resignado, en silencio, ¿el silencio de los corderos?
Luego vamos a votar y castigamos al malo, para premiar al peor. Somos, de promedio, así de listos (o más).
Cuando el Mayo del 68, creo que fue De Gaulle el que empleo y popularizó la expresión de las “mayorías silenciosas”, esas mismas que entonces le dieron a él el poder en Francia, a pesar de las protestas callejeras y el ambiente prerevolucionario y, de alguna manera, festivo que invadió París y muchas ciudades francesa y europeas (España era diferente por mandato del Ministerio de Información y Turismo). Esas mismas mayorías “silenciosas” que en España recientemente han puesto a la zorra hambrienta a cuidar del gallinero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario