Si desconoces los motivos de las conductas violentas, la raíz de las mismas, no puedes actuar contra ellas de manera inteligente para cambiarlas o, al menos, paliarlas, amortiguarlas, aunque el objetivo inexcusable debe ser siempre el cambio o control.
Sin empatía con el escolar violento hay poco que hacer, salvo la represión pura y dura, que generará reacción, violenta la mayor parte de las veces, en los violentos o aceptación sumisa y humillante en los no violentos, si la consideran injusta.
Hay, pues, que hacer un esfuerzo para empatizar con el escolar violento, aunque nos repugnen sus acciones. Empatizar no significa en absoluto consentir, ni mirar para otro lado; no significa en absoluto justificación o "comprensión" del hecho violento o de su autor. Hay que empatizar (ponerse en lugar del otro) para conocer, pues sin conocimiento no puede haber solución, que nunca puede ser exculpatoria del hecho violento o de su autor.
Por otra parte, y aunque la expresión pueda parecer que no es de este mundo, también hay que amar al alumno violento, pues decía Ashley Montagu, en su obra La agresión humana (1996) que "la única forma de aprender a amar es siendo amado. La única forma, o una de las formas, de aprender a odiar es siendo odiado. Esto ni es fantasía ni teoría, simplemente es un hecho comprobable".
Bonita reflexión! Llena de sabiduría y sentido común.
ResponderEliminarEstimado Bartolomé, no tenía conocimiento de tu blog. Ahora ya lo tengo en mi lista de "blogs amigos" en "El Pico de la Atalaya". Tú puedes agregarte el mío, aunque por motivos luctuosos me encuentro ahora en baja actividad.
ResponderEliminarSaludos.
Conozco tus motivos, y quiero que sepas que quiero compartir tu pesar.
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