Temprano levantó la muerte el vuelo
Temprano madrugó la madrugada.
Miguel Hernández
El río hoy no ríe; el río llora.
Hoy nos has dejado, Esther, y no por voluntad propia; sin embargo, la guadaña no podrá cercenar jamás tu sonrisa, ni tu risa peculiar, fresca y sincera, con la que nos alegrabas el día: esto quedará para siempre con nosotros, nos lo dejas como herencia.
Paz para tí, mancheguica; tras el dolor,... tristeza, ausencia, nostalgia, vacío, nada. Solo tu recuerdo, que aunque el tiempo lo difumine, no lo borrará jamás.
¿Por qué se van pronto los mejores?¿Para qué se van? ¿Para ser eternamente jóvenes en nuestro recuerdo?¿Por qué se van? No lo sé, ni quiero saberlo.
Cuando te conocí decía de ti que eras la mejor en lo tuyo; has dejado vacante el título ¿recuerdas cuál?.
Luego, comprobé que lo tuyo no era sólo tu oficio, sino ser ser humano, sobre todo. No es poco esto último, no. No todos alcanzan este nivel.
Sé que estas torpes palabras mías no logran, ni lograrán, interpretar lo ancho, largo y profundo de nuestros sentimientos, de nuestro dolor.
Donde quieras que ahora estés, convertida en alma o en energía, aunque ausente de aquí estés, presente te tendremos siempre. Te seguiremos viendo en la cara de los niños con los que a diario tratabas; con los niños que son eternos, pues aunque crezcan otros ocupan su lugar, y no hay nada más parecido a un niño que otro niño, si no igual, y eso lo sabes tú muy bien, que para tu ventura, y la nuestra, nunca perdiste la niña que fuiste, que llevabas dentro y que afloraba sin cesar: la niña madura y juiciosa que queremos recordar.
No pocas veces ya he dicho adios;
Conozco las horas desgarradoras de las despedidas.
F. Nietzsche.
... Aunque esto no es un adios, es un HASTA SIEMPRE, ESTHER.
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