Una Educación para la Ciudadanía - ahora que la asignatura homónina está en trance de desaparecer- es posible y deseable desde la Escuela; es posible e indispensable, si queremos que el sistema democrático funciones. La democracia es deseable, pero no esta, mal llamada representativa.
José Luis Sampedro, en “Reacciona”, nos dice: “Se confunde a la gente ofreciéndole libertad de expresión al tiempo que se le escamotea la libertad de pensamiento”. Conseguir formar mentes capaces de generar un espiritu crítico; mentes que sean capaces de razonar y discernir, debe ser objetivo prioritario de la Educación desde la base de la misma.
Los partidarios de eliminar la Educación para la Ciudadanía, lo son, seguramente porque odian el término ciudadano, por las connotaciones que el término tiene (libertad, por ejemplo); seguramente prefieren el de súbdito.
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